Los impactos antropogénicos en el hábitat y hábitos de los osos polares

 

Al navegar en sitios web buscando información sobre el cambio climático, es probable que las personas se encuentren con imágenes de osos polares en diferentes situaciones: desde ejemplares atravesando los parajes helados del Ártico hasta algunos angustiosos de adultos famélicos buscando comida inusual a su dieta. Y es que, durante años, estos majestuosos gigantes de rostro gentil se han convertid o en íconos para campañas de concientización sobre las consecuencias de las actividades antropogénicas en ecosistemas que parecen remotos.  

El Ártico es el área alrededor del Polo Norte; incluye partes de Rusia, Estados Unidos, Canadá, Groenlandia, Islandia, Suecia, Noruega y Finlandia. Es el único lugar del mundo donde hay osos polares y la disminución progresiva de su cobertura de hielo en los pasados 30 años ha modificado su hábitat y, en consecuencia, su estilo de vida. Estos animales dependen del delicado balance planetario; por eso enfrentan dificultades para desarrollar actividades esenciales como la reproducción y la caza desde hace décadas. De seguir en esta dirección, con un incremento continuo de temperaturas globales a causa del uso de combustibles fósiles, nos estaríamos enfrentando a una transformación drástica de las dinámicas que existen en ese ecosistema y la extinción de dos terceras partes de los osos polares hasta 2050.  

Cada 27 de febrero, tiene lugar el Día Internacional del Oso Polar, fundado por la organización Polar Bear International. Su objetivo es concienciar sobre las consecuencias del cambio climático sobre el estado de conservación de esta especie. La fecha coincide con el periodo en el que las madres y sus crías se resguardan en sus guaridas y se aprovecha para invitar a los distintos actores a tomar medidas para reducir las emisiones gases de efecto invernadero. 

Los científicos han identificado diferentes subpoblaciones (19 hasta ahora) de osos polares distribuidos en cuatro ecoregiones, repartidas en los países que tienen acceso al área circumpolar. Estas ecoregiones varían en cuanto a la distribución de la cobertura de hielo y patrones de conducta de cada subpoblación. Para entender las amenazas que tienen en común, el Circumpolar Action Plan (CAP), un plan de cooperación a diez años entre jurisdicciones cuyos territorios albergan poblaciones de osos polares (Estados Unidos, Canadá, Groenlandia y Rusia), identificó diez riesgos causados por los humanos. Entre ellos se encuentran las emisiones de gases de efecto invernadero, los derrames de petróleo, la caza furtiva, la contaminación, el transporte marítimo, las enfermedades y los parásitos.  

¿Pero cómo se traducen los diferentes impactos en la realidad actual de los osos polares? 

El Informe especial sobre el océano y la criósfera en un clima cambiante (IPCC) revela que existe una relación entre la temporalidad, el grosor y la ubicación de la cobertura de nieve y hielo y el área en el que los osos polares disponen para encontrar alimentos. Por eso, se han visto cambios en su dieta como recurrir a cadáveres de ballenas y otras presas inusuales. A medida que el planeta se calienta, hay ventanas más cortas para la caza y periodos de ayuno más largos, y deben alejarse más para encontrar alimentos, lo cual implica un consumo de energía más alto. El problema es que una reducción en sus áreas de distribución significa que las diferentes subpoblaciones de osos polares quedarán cada vez más aisladas unas de otras. Así mismo, una media de peso reducida es un riesgo para las futuras generaciones, ya que disminuye la posibilidad de que el número de individuos dentro de una camada de oseznos sobreviva. 

Por ahora, podemos contar con que hay regiones menos afectadas que otras y comunidades de osos polares que están resistiendo; un número de ellos ha demostrado una capacidad de adaptación y a que el cambio climático no afecta algunas ecoregiones de la misma manera que a otras. Pero no sabemos por cuánto tiempo más. En los últimos años han surgido voces que piden diversificar la manera en la que se comunica sobre un fenómeno con tantas aristas como el calentamiento global. Sin embargo, las modificaciones en los hábitos y bienestar del oso polar siguen siendo una expresión válida para ilustrar los impactos antropogénicos en el planeta.  

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