Antropoceno

¿CÓMO AFECTARON LAS ACTIVIDADES INDÍGENAS PRECOLOMBINAS Y LA POSTERIOR COLONIZACIÓN EUROPEA A LOS LAGOS DE MONTAÑA EN AMÉRICA TROPICAL?

María I. Vélez

Es bien sabido que las poblaciones indígenas en América tuvieron impactos significativos en los ecosistemas terrestres. Talaron bosques para cultivos, lo cual causó una rápida erosión del suelo: en algunas regiones incluso fabricaron suelo (e.j. Terra Preta). Mas tarde con la llegada de los europeos, la frontera agrícola se expandió, la minería y la explotación de los recursos naturales se intensificaron, y se introdujeron nuevas plantas y animales (vacas, cerdos, caballos) y nuevas herramientas, como el hacha y otras elaboradas con hierro. Aunque es sabido cómo los pueblos indígenas y los europeos afectaron los paisajes terrestres en los trópicos americanos, poco se conoce acerca de cómo, estas primeras actividades humanas, afectaron las condiciones físicas y químicas de los cuerpos de agua en la región.  En un trabajo publicado recientemente en la revista The Anthropocene, (https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S2213305421000175), Vélez et al.   (2021) demuestran como los lagos fueron alterados por las actividades humanas. Basados en cambios estratigráfícos de diatomeas en núcleos de sedimentos recolectados en ocho lagos de montaña en Guatemala, Panamá y Colombia, los autores muestran que estos cuerpos de agua estuvieron afectados por los humanos desde el Holoceno medio y tardío. Aquellos otros lagos, sujetos a impactos indígenas a lo largo de todo el registro sedimentario, empezaron a cambiar solo después de la llegada de los europeos. En general, los cambios limnológicos se deben principalmente a la deforestación, la agricultura y la urbanización, que a su vez provocaron cambios en el nivel del agua y un aumento de las cargas de sedimentos y nutrientes, con el consiguiente aumento de la turbidez y el estado trófico del agua.

Este estudio también demostró que los lagos respondieron de manera diferente de acuerdo con la profundidad máxima del lago. Los lagos someros (≤ 7 m) cambiaron gradualmente hasta alcanzar su condición actual mientras que los más profundos (≥7 m), experimentaron ligeras fluctuaciones, antes de cambiar definitivamente a su condición moderna. Esto se debe muy probablemente a que en los lagos someros hay una mezcla más completa de la columna de agua y de los nutrientes, y por lo general tienen una vegetación acuática flotante o sumergida más abundante, lo que resulta en que las diatomeas respondan más rápidamente a los cambios ambientales. En los lagos más profundos, las pequeñas fluctuaciones están probablemente más relacionadas con fluctuaciones del nivel del agua, expansión o contracción del litoral, y cambios en la estratificación térmica que a su vez afecta el ascenso de nutrientes desde las áreas más profundas.

Este estudio también mostró que después del impacto humano, las asociaciones de diatomeas se volvieron más homogéneas, con menos diversidad de especies y con una composición sin precedentes, muy diferente de las comunidades que habían habitado los cuerpos de agua en épocas anteriores. Estas nuevas comunidades de diatomeas indican que los lagos han perdido o están perdiendo la capacidad de resistir al cambio o recuperarse de factores estresantes, incluidas las actividades humanas y el cambio climático. Queda claro entonces que tanto los ecosistemas terrestres como los acuáticos en los trópicos de América han sido afectados por las actividades humanas durante milenios, es decir, mucho antes de 1950, la fecha propuesta por algunos científicos para marcar el comienzo del Antropoceno.

 

Maria I. Vélez fue parte de "SAFER: Análisis del riesgo que plantea el cambio climático en los ecosistemas de agua dulce de las Américas", proyecto de investigación que recibió financiamiento del Programa de Pequeños Subisidios del IAI.