Los ejemplos de cómo América Latina enfrenta diferentes desafíos ambientales y científicos mediante la cooperación y la innovación tienen un potencial transformador para el desarrollo regional. Desde la gestión del sargazo como fenómeno transnacional hasta el papel de las infraestructuras científicas en la integración regional, estas experiencias valiosas que trazan rutas concretas hacia alianzas que promuevan el conocimiento académico y soluciones basadas en la evidencia.
En el reciente taller de diplomacia científica organizado por el Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI), el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Brasil (MCTI) y el Centro de Gestión y Estudios Estratégicos (CGEE), distintos investigadores compartieron información sobre las alianzas que se han creado o se necesitan para enfrentar los desafíos de la región. Los participantes tuvieron la oportunidad de aprender a través de ejemplos prácticos nuevas perspectivas y enfoques en materia de cooperación científica.
Para Ulises Barres, director del Centro Latinoamericano de Física (CLAF), la clave para la cooperación reside en asumir la dimensión global tanto de los datos como de las infraestructuras de datos. Los centros de innovación deben mantener un portafolio de industrias global y deben cooperar con decenas de otras instituciones en un intercambio permanente de conocimientos y tecnologías. Esto es lo que permite la capacitación de recursos humanos con los últimos avances a nivel internacional.
La creación de un ecosistema de innovación también ofrece oportunidades para la transformación social mediante la cooperación entre países. Este es el caso de la Plataforma de Inteligencia Cooperativa para la Atención Primaria de Salud (PICAPS), presentada por Edward Maia, de FIOCRUZ (Brasil). PICAPS articula la innovación digital (salud digital), la innovación en servicios (inteligencia epidemiológica), la innovación social (radar de territorios) y la innovación educativa (teleorientación o la comunicación virtual entre un usuario de salud y un profesional de la salud) para mejorar los resultados de salud de la población con base en el uso de datos monitoreados continuamente en la toma de decisiones.
Un reto pendiente en la región es la gestión del sargazo, un grupo de algas marrones cada vez más común en las playas del Caribe. Al liberar gases tóxicos como ácido sulfhídrico, metano y dióxido de carbono, su presencia afecta la salud, el sector de la pesca y el turismo y la estabilidad de los medios de subsistencia de los habitantes. Según Ligia Collado-Vides, investigadora de Florida International University, el manejo del sargazo exige un esfuerzo diplomático intersectorial y multidisciplinario para obtener un financiamiento adaptativo, una evaluación de los diferentes impactos y la integración de grupos de trabajo a través de los sectores relevantes.
Estas experiencias reflejan cómo la diplomacia científica puede convertirse en una herramienta estratégica para abordar desafíos complejos desde una perspectiva regional. Al integrar conocimiento técnico, innovación social y cooperación internacional, América Latina está construyendo capacidades para responder de forma más articulada y equitativa a los impactos del cambio climático y otros retos globales. Las presentaciones del taller evidencian el potencial transformador de la ciencia en la toma de decisiones, así como la urgencia de fortalecer las alianzas que permitan escalar soluciones sostenibles en toda la región.
El curso gratuito con certificado “Diplomacia científica y cambio ambiental global en las Américas”, desarrollado por el IAI, la Universidad de Sao Paulo, InnSciD y CAENI, está disponible en el Campus Virtual del IAI.
Todas las presentaciones (en el idioma original) del taller “Diplomacia científica para el desarrollo sostenible en América Latina: Integrando ciencia, políticas y sociedad para los ODS” pueden descargarse aquí.